4.1.10

Veronika

Veronika había decidido morir aquella bonita tarde de Ljubljana, con músicos bolivianos tocando en la plaza, con un joven pasando frente a su ventana, y estaba contenta con lo que sus ojos veían y sus oídos escuchaban. Pero aún estaba más contenta de no tener que contemplar aquellas mismas cosas durante treinta, cuarenta o cincuenta años más, pues irían perdiendo toda su originalidad al estar inmersas en la tragedia de una vida donde todo se repite, y el día anterior es siempre igual al siguiente.



El estómago, ahora, empezaba a dar vueltas y ella se sentía muy mal.



"Qué gracia; pensé que una sobredosis de tranquilizantes me haría dormir inmediatamente".



Pero lo que le sucedía era un extraño zumbido en los oídos y la sensación de vómito. "Si vomito, no moriré".



Decidió olvidar los cólicos, procurando concentrarse en la noche que caía con rapidez, en los bolivianos, en las personas que comenzaban a cerrar sus tiendas y salir.



El ruido en el oído se hacía cada vez más agudo y, por primera vez desde que había ingerido las pastillas, Veronika sintió miedo, un miedo terrible ante lo desconocido.



Pero fue rápido, En seguida perdió la conciencia.


  • -Paulo Cohelo, "Veronika decide morir"-




Fotografías: Gregory Crewdson